Casa de letras

sábado, julio 09, 2005

Mi primer cuento para ustedes

Eufemia y el espejo


Se acabó “Juana La Virgen”. ¡Que pena! No sé si podré vivir sin ver a Manolito. ¿Qué no saben cual es Manolito? El tío de Juana. ¡Ayy, si yo no puedo vivir sin él! Que esta buenísimo. Yo miré su página de Internet, es una belleza. Tenía unas fotos en las que aparecía desnudo, que son una maravilla. Pero que Mami no vaya a enterarse, porque dice que no debo ver eso. Ella siempre dice eso desde hace años. Que no debo ver esas cosas. Si ella supiera. Yo lo he visto todo. Les voy a explicar como lo hago. Me conecto al Internet y abro una página de Disney Channel o algo así, y entonces abro otra y en esa veo todo lo que me da la gana. Si me doy cuenta que viene por el pasillo cierro la página que me estoy relamiendo y miro una idiotez de las princesas zánganas esas.
Mi mamá piensa que soy una idiota. Si ya soy una mujer. Yo sé de todo. De todo y las novelas me han ayudado montones. Si las novelas son una fuente de información buenísima.
¡Miren! Hoy llega “La Madrastra” a su punto culminante. Es que sale de la cárcel Victoria Rufo. ¡Que maravilla! Si está exacta. Hace poco yo vi una novela que ella grabó cuando estaba más jovencita, pero no ha cambiado nada. ¡Esta igualita! Con esta novela, estoy juqueá. No puedo creer que nadie le vaya chotear a los hijos que ella es su verdadera madre. Eso es increíble, como esa mujer va a aguantar hasta el final sin decirle a esos muchachos que es su madre. ¡Que valor! A ese par de malcriados que se la pasan haciéndoles pasar malratos. A mí ese tema me parece tan real y además súper sincero e interesante. Yo sé de esas cosas, porque soy toda una mujer.
Mi mamá se la pasa criticándome porque me paso viendo novelas. Si ahí es que aprendo de las realidades de la vida. Como por ejemplo, llevo semanas buscando información de catalepsia. Seguro, la enfermedad que tiene Osvaldo Ríos en Rauzán. Esa es otra novela que es fabulosa. Me encanta el vestuario. Yo quería ponerme un traje de esa época para Halloween y mi mamá no me dejó. Es que siempre me tiene aquí encerrada y no me deja salir para ningún lado.
Sin embargo, eso no importante. Lo verdaderamente trascendental es lo que le pasó a Juana Pérez. Eso del embarazo cuando le hicieron el primer examen del ginecólogo. A mí no me cogen. Yo no me dejo hacer un examen de esos. Mira, ¿y si quedo preñá? No, yo tengo que tener relaciones cuando encuentre al amor de mi vida. Ya yo lo tengo todo decidido.
Fíjense para que vean, tiene que ser millonario y culto. Claro que sí y que me trate como una reina. Es más yo voy a casarme con alguien maravilloso al que yo quiera mucho, pero me tiene que querer más a mí. Aunque a Juana le salió bien, porque aunque enfermo, Mauricio De La Vega es un hombre maravilloso. Lindo e inteligente. ¡De lo mejor!
¡Shhhh! Nadie diga nada. Mira que por el pasillo viene mi madre. Ella no sabe que estoy hablando con ustedes. “¡Mami! No vengas para acá que estoy esnúa. Me estoy midiendo el uniforme de la escuela. Hay que entallarlo.
Mientras gritaba, Eufemia miró fijamente a la imagen en el espejo. Se acarició el rostro con las manos arrugadas y callosas, y parpadeó varias veces. Entonces miró hacia abajo y se encontró con el cuerpo de una mujer mayor, regordeta y con los senos caídos. Volvió a mirar su reflejo y se sonrió. El amor de su vida, el cual había diseñado a imagen y semejanza de los galanes de las telenovela ya venía de camino a buscarla. De seguro.