Casa de letras

martes, septiembre 13, 2005

Cuento nuevo

¿Dónde me perdí?
“¿Dónde me perdí?”, pensó Estela mientras miraba a la recién nacida durmiendo profunda y silenciosamente en la cuna. Entonces se alejó despacio evitando despertar la nueva criatura que ocupaba todo su tiempo.

Cuando volvió a la sala llevaba en la mano una limonada y un libro de poesía. Se podía apreciar en sus ojos la esperanza de poder robar unos minutos a la rutina para volver a ser ella misma. Cuando se sentó comenzó a llorar, sólo bastó un minuto de silencio para que Estela recordara que el tiempo ya no le pertenecía.

La casa mantenía algún orden, por todas partes se apreciaba la presencia de un nuevo bebé. En un extremo el corral de un pálido rosado, los juguetes en el sofá y al lado de la mujer, descansaba un pañal de tela con un lazo bordado al frente.

Mientras, Estela tomaba largos sorbos y cerraba los ojos, el sueño la vencía, las lágrimas la ahogaban y al menor ruido levantaba la vista para asegurarse que la niña no hubiera despertado de su siesta.

La tercera vez que cerró los ojos, perdió la noción de tiempo y espacio.

Las luces de la discoteca la despertaron. Cuando se miró estaba exacta y divina, llevaba un vestido negro espectacular. Era preciosa. En la mano derecha cargaba un cigarrillo, mientras se balanceaba al ritmo de la música.

Estela sonreía con coquetería mientras el mesero le ofrecía un trago.

-Cortesía del caballero al fondo del salón- le dijo.

Sin pensarlo Estela se sentó en la barra y comenzó a tomar con gusto el Cuba Libre. Se disfrutaba cada sorbo, el frío gusto de apreciar los sabores combinados de refresco y licor.

Entonces lo vio acercarse. Sintió éxtasis, placer, locura. No cruzaron palabra, aquel ejemplar exquisito se acercó acortando la distancia entre ella y la barra, y la besó. Ella cerró los ojos, se concentró en el goce y acarició largamente la nuca de aquella belleza.

El ambiente la embriagaba. La arropaba la música, las luces, los besos, las caricias del desconocido la hacían sentir plena. Esa vida la hacía feliz, sensual, llena y libre.

-¿No crees que debo saber quien eres?- le preguntó vanidosa a centímetros de la boca del desconocido. Acto seguido se afincó al cuerpo caliente y sabroso.

-Javier-respondió parco el hombre.

De la discoteca a la cama sólo fue un paso. Cuando Estela reaccionó ya estaba retorciéndose con aquel hombre espectacular. Después del sexo exquisito se acurrucó para dormitar.

El llanto de la criatura la despertó.

“¿Dónde me perdí?”, se preguntó otra vez.

Se levantó a atender a la criatura, la niña que sólo le provocaba dejar sola y salir huyendo.

1 Comments:

  • Jum. Yo sí leí tu cuento... no te envío Spam. Me gusta el cuento, pero hay como una moraleja implícita que me molesta como lector. Me gusta la técnica que usas para delinear el espacio temporal. Mi sugerencia sería trabajarlo en primera persona.
    Saludos

    PD- Hay una manera de evitar el SPAM en los comentarios. Busca en las opciones o me escribes y te digo.

    By Blogger Jose Borges, at 4:26 p. m.  

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