Casa de letras

martes, diciembre 20, 2005

La mudanza

La decisión está tomada. Tenemos que irnos. La mudanza fuera de Puerto Rico es una realidad. Es hora de hacer llamadas y arreglos. Hay que buscar quien viva en nuestro apartamento y alquilar un lugar cerca del nuevo trabajo de mi esposo.

Aunque muchas veces en mi vida pensé que esta situación podría suceder, me ha tomado de sorpresa. El cambio de Puerto Rico a Connecticut promete varias complicaciones como nueva casa, nueva escuela y nuevo idioma. Todo nuevo.

Sin embargo, tengo esperanzas que será un cambio bueno. Una decisión acertada que nos ayudará a largo plazo. Habrá que acostumbrarse.

Quiero evitar comenzar ya con las nostalgias. Aunque creo que las tengo identificadas todas: mi mamá y sus llamadas sólo porque quiere saber de mí, la relación de mi papá con mi hijo y sus aventuras juntos después de la escuela, las cantaletas de mi abuela, mi grupo de maestría y la vista al mar que tengo desde mi oficina.

¡Qué bien! Ya tengo enumeradas las nostalgias y aún no hago ni la primera caja. Aunque antes de la mudanza final pasarán algunos meses, ya siento que me estoy marchando.

martes, diciembre 13, 2005

Mudarme o no, ese es el dilema

Hace como diez años me imaginaba mi futuro como una extensión exquisita de aquel presente. Una bohemia interminable con amigos, la universidad y los viajes. Una vida sin límites que me llevaría, según yo, alrededor del mundo antes de los 30´s. Incluso hice gestiones afirmativas para enamorarme sólo de extranjeros que fueran la excusa para marcharme de mi Isla y trasladarme a lugares con otros acentos y sabores.

Pero la vida no siempre sale como se ha planeado. El amor se me presentó de sopetón y un buen día antes de los 25 me descubrí enamorada, embarazada y casada...en ese orden. Así que el viaje alrededor del mundo se convirtió en la persecusión de un chiquitín alrededor de la sala. El acento de mi compañero era como escucharme a mí misma. Somos de tan cerca que sospecho lo ví pasar cientos de veces y ni lo miré.

Bueno, pues ese hombre me trajo hace unos días otra sorpresa. Recién le han ofrecido irse a trabajar a gringolandia. Justo en el medio de la nada, a un pueblito frío y gris en donde a veces cae nieve en abril. Que sorpresa. Ya que me estaba acostumbrando a mi vida normal, cerquita de familia y con la vida detalladamente planeada para la próxima década. Qué bien.

Se me acaba de activar la aventurera que se había dormido. No hay que pensarlo mucho. Todo a la mierda. No vale la pena resistirse a la tentación de echar vuelo. De todas formas, siempre se puede regresar.